1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Debemos tener en cuenta el aspecto físico que tendría el territorio que nos ocupa y el río Almanzora en la época que vamos a tratar, imaginemos un panorama totalmente diferente al actual, un paisaje con una vegetación abundante compuesta de arbolado, sobre todo pinos y encinas, complementado por el matorral mediterráneo donde el bosque se degrada. En el área central, de mayor aridez (salvo las fértiles vegas regadas por riachuelos y ramblas) la hegemonía era del esparto (Stipa tenacissima), que Estrabón y Plinio el Viejo denominaron Campus Spartarius (1). Las fuentes antiguas hablan de extensos bosques en Hispania, así, Estrabón señala que “en su mayor extensión es poco habitable, pues casi toda ella se halla cubierta de montes, bosques y llanuras de suelo desigualmente regado”. Por otro lado, Livio señala que bosques muy espesos dificultaban en Hispania el avance del ejército cartaginés y romano en el año 207 a. C. (2); a su vez, el Almanzora sería mucho más caudaloso y estrecho, incluso podemos suponer que navegable y con fértiles vegas (3).
Esparto (C) Andrés Sánchez Domínguez |
2. FENICIOS Y GRIEGOS EN EL ALMANZORA
Entre el 700 y 675 a.C. se produce la expansión fenicia por el S-SE peninsular en busca de minerales (4). Esta se desarrollaría en tres fases diferenciadas desde el siglo VIII hasta el VI a.C.:
A lo largo del siglo VIII a.C. se llevaría a cabo la estructuración de la primera organización colonial, con la fundación de los centros coloniales de primer orden (5) desde Cádiz a Almería, colonias como Malaka (=Málaga), Sexi (=Almuñécar), Abdera (=Adra) y otros establecimientos como Baria (=Villaricos). Se trata de poblados situados en altura cerca de los ríos y en zonas generalmente poco pobladas (4).
Desde finales del siglo VIII a. C. y durante la primera mitad del siglo VII a. C. se desarrollaría la segunda época colonial, en la que se asiste a un crecimiento del mundo fenicio occidental con la creación de nuevos enclaves secundarios, complementarios en función de la organización, explotación económica y estrategia comercial de sus territorios respectivos.
La tercera etapa colonial es la del gran apogeo fenicio occidental. Datada desde la segunda mitad del siglo VII a. C. hasta los inicios del siglo VI a. C., en ella se asiste a un crecimiento y reestructuración de los centros nucleares de primer orden, evidenciando una diversificación de las actividades.
En la zona almeriense aparecen las primeras colonias a mediados del siglo VIII a.C. en Abdera (=Cerro de Montecristo, Adra), encontrándose hornos domésticos y escorias de hierro; y en el VII a.C. en Baria (=Villaricos). En esta zona, junto con otras como la del Cabecico de Parra (Cuevas del Almanzora), los fenicios se dedicaron a actividades metalúrgicas de hierro y plata, agrícolas, y artesanales como la cerámica (6).
La colonización fenicia de la depresión de Vera queda encuadrada dentro del proceso colonizador que conoce el litoral andaluz a lo largo del siglo VIII a. C., momento en que se estructura la organización colonial con la fundación de una serie de centros nucleares o de primer orden, siguiendo una iniciativa dirigida desde Gadir (=Cádiz).
Posteriormente, a partir del siglo VII a. C., Villaricos será utilizada como plataforma desde donde se irán fundando otra serie de establecimientos coloniales en la depresión de Vera. En el Almanzora se han documentado nuevos poblados del Bronce Reciente, siendo uno de ellos el de Rambla de las Canales-2 en Zurgena, todo esto dentro del proceso expansivo a través de los cauces de ríos y ramblas. Por su ubicación sobre pequeñas lomas, mesetas o laderas y junto a cursos de agua y buenas tierras, su fundación tendría un claro móvil económico con el objetivo de explotar las fértiles tierras de la depresión (5). Zurgena, debió estar influenciada por estos comerciantes entre los siglos VII-VI a.C., llegando hasta nuestra tierra trayéndonos sus salazones, ánforas, lucernas y baratijas, y llevándose nuestros productos mineros, agrícolas y ganaderos.
De estos contactos entre las poblaciones autóctonas y los asentamientos fenicios surge a mediados o finales del siglo VIII a.C. Tartesos, foco cultural orientalizante centrado en Andalucía occidental, si bien su influjo alcanza también desde el Tajo hasta el sureste. Tartesos destaca por su riqueza ganadera, buenas técnicas de explotaciones agrícolas y sobre todo por una intensa explotación minera.
A comienzo del s. VI a.C. debió producirse una reacción indígena antifenicia que facilitó un cierto acercamiento de los griegos foceos a Tartesos, coincidiendo su caída a finales del s. VI a.C. con la decadencia de la cultura tartésica. En el siglo V a.C. continúa esta decadencia debido a la interrupción del tráfico fenicio (4) ya que las colonias orientales fenicias pasaron a formar parte de Babilonia (7).
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Los griegos llegan a Iberia (nombre con el que denominaban a la península) tras haber fundado en el 600 a.C. la colonia de Massalia (=Marsella) al sur de Francia. Así en el 575 a.C. fundan la primera colonia en Emporion (=Ampurias) y posteriormente en Rhode (=Rosas), continuando posteriormente con las levantinas de Denia, Alicante y Mainake (=Málaga), llegando a comerciar con Tartesos en la primera del siglo VI a.C. (8). Aunque el comercio con los griegos, y sobre todo con los focenses crece significativamente a finales del s. IV a.C., dedicándose exclusivamente a la actividad comercial de cobre y estaño principalmente, y en menor medida oro y plata, dejando a los indígenas la agricultura y la explotación de las minas (4). Es posible que la desaparición de los focenses de la zona fuera el detonante de la crisis económica de Tartesos de la que eran estrechos aliados y colaboradores (9).
3. PUEBLOS ÍBEROS
Hacia el 500-470 a.C. coincidiendo con la desaparición de la cultura tartésica se produce la iberización de la meseta, siendo del 490-480 a.C. el periodo de expansión de la cultura ibérica, y su apogeo del 475 al 250 a.C. La forma de gobierno ibérica era la monarquía, siendo las familias de esta las dueñas de la tierra, especialmente de las explotaciones mineras, cuyo acceso estaba controlado por torres de vigilancia cuadrangular (10). Las oppidas ibéricas se encontraban junto a los cursos de agua, predominando las explotaciones agrícolas de pequeño tamaño donde los suelos son más fértiles; y otros están relacionados con las vías de comunicación, caso de la vía Augusta, donde predominan los centros de producción cerámica (11).
En los textos antiguos se sitúa a los Mastienos como una etnia ibérica perteneciente a la confederación tartésica situada en el sureste de la península ibérica. Su origen es incierto, ya que con respecto a este hay dos hipótesis: Así, Bosch-Gimpera pensaba que este grupo estaba constituido por los descendientes de los núcleos primarios de la vieja Cultura de Almería. Otros autores defienden también una evolución autóctona, pero los relacionan con la cultura del Bronce Final y el período orientalizante del sureste y costa de Andalucía oriental, aunque sus comienzos pudieran rastrearse desde la Edad del Cobre. Otra hipótesis sobre el origen de este pueblo los relaciona con la llegada a las costas del sur peninsular de gentes indoeuropeas de los Pueblos del Mar, entre los que se encuentran los massauas, que se identifican con los massienos de las fuentes clásicas (12). Entre los siglos VI-V a.C. se diferencian dos etnias principales: los tartesos y los mastienos. En nuestra zona los mastienos o massienos se fragmentan en dos unidades étnicas: bástulos y bastetanos durante los siglos IV-III a.C. Se distribuyen a lo largo de los cursos fluviales dominando las tierras fértiles de las vegas desde cerros de mediana altura (13).
Ptolomeo a los Bastetanos los ubica desde la zona septentrional de Baria (=Villaricos), por el interior, sin llegar a Carthago Nova, hasta las fuentes del Guadiana, en un territorio delimitado por la Oretania al oeste, la Contestania al este y los celtíberos y lobetanos al norte. En consecuencia, se deduce que les corresponderían las zonas interiores de Almería, Granada, Murcia y Jaén. Mientras, ubica a los Bástulos a lo largo de la costa meridional de la Península, entre Baelo (=Bolonia) y Baria (=Villaricos), a los que atribuye las ciudades de Sexi, Malaka, Abdera, etc. (11) incluyendo nuestra zona.
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4. LOS CARTAGINESES
La ciudad de Carthago (en la actual Túnez) fue fundada sobre el 814 a.C. como una colonia de los fenicios de Tiro. En el 573 a.C., Tiro es incorporada al imperio babilónico, momento que es aprovechado por los cartagineses para independizarse de los fenicios y aliarse con otras ciudades púnicas del mediterráneo occidental para formar el imperio cartaginés (14).
En fecha no determinada, entre 540-535 a.C. (¿537 a.C.?) se desarrolla la batalla naval de Alalia al este de Córcega, entre los griegos de la colonia focense y los cartagineses, aliados con los etruscos autóctonos. La victoria final fue griega aunque estaban en inferioridad numérica, pero sus pérdidas fueron tan cuantiosas que tuvieron que renunciar a su política expansionista en favor de los cartagineses y etruscos, dejando aisladas las colonias griegas de la costa mediterránea occidental.
A partir de este momento, los púnicos absorben las factorías y ciudades fundadas por los fenicios (15), entre ellos controlan un limitado número de puertos hispanos a uno y otro lado del Estrecho de Gibraltar (Malaka, Sexi, Abdera, Gades...) y una serie de factorías intermedias, sobre los que basaban sus relaciones comerciales. El resto de la región, esencialmente el interior, era políticamente independiente, aunque, eso sí, aliada y colaboradora con el pueblo púnico (16). En nuestra zona son importantes los restos de los siglos IV-III a.C. encontrados en Baria (=Villaricos) especialmente la necrópolis con diversos tipos de enterramientos y restos de la explotación minera (sierras de Herrerías y Almagrera), quizás su principal atracción por la zona (17).
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En cuanto al sistema de explotación de estos territorios, se ha planteado una reproducción del modelo agrícola oriental, apoyado en una agricultura intensiva diversificada, basada en los cereales, la vid y el olivo, y complementada con legumbres y frutales, que utilizaría el regadío y el estiércol de animales como abono. Por otro lado, respecto a las formas de posesión de la tierra, recientemente se ha sugerido la existencia de una propiedad agrícola, con carácter comunitario o privado, que estaría dividida en pequeños lotes de tierra explotados de forma individual por los colonos. Junto a ella habría una zona de pastos y bosques de índole comunal que permitiría la práctica del pastoreo y la cinegética. Cereales: cebada, trigo y avena; Leguminosas: guijas, lentejas, guisantes y habas. Frutales: Higos, almendras y nueces. Higuera, nogal, olivo, vid. Lino y esparto. Cabra, oveja y vacuno. Cerdos, perros, gallinas y caza. Caballo y asno.
Tras la firma del Tratado del 348 a.C. con Roma, los púnicos obtendrán la exclusiva en el control de la ruta del río Almanzora, lo que supuso una retirada del comercio griego. Villaricos, que ahora se convierte en un centro urbano, interviene en el proceso de circulación como receptor y redistribuidor de productos y materias primas, con un recinto portuario encargado de la salida de éstos, instalaciones industriales de salazones de pescado y productos derivados de la pesca, como el garum, y de transformación de minerales. Probablemente, el interés por canalizar el excedente llegado desde el interior le condujo a intentar controlar las principales rutas de acceso desde la costa, lo que explica la fundación de enclaves estratégicos en las principales rutas: pasillo de Guazamara - Pulpí, pasillo de Sorbas, pasillo de Huércal-Overa, rambla de Albox y valle del Almanzora. Posteriormente, a partir del siglo VI a. C., con la expansión hacia el alto Almanzora, esta labor será compartida con Tagilit (Cerro del Ajo), aunque siempre dirigida desde el centro costero (18).
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El proceso expansivo del mundo púnico que se desarrolla desde el siglo VI a. C. continuará potenciándose en época tardopúnica, de manera que no sólo existe, una continuidad de la mayoría de los asentamientos que hasta ahora vienen funcionando, sino que surgirán además nuevos núcleos, siendo las zonas del interior las que cuantitativamente concentrarán el mayor número. En el cauce medio del río Almanzora surgirán tres nuevos núcleos: Loma de la Torre/Alto del Púlpito (nº 16), el Cerro de las Copas (nº 142) y el Llano de la Era-1 (nº 295), cuya posición estratégica será fundamental para controlar los accesos hacia el pasillo de Huércal-Overa, siguiendo la rambla de Almajalejo, y el de Chirivel, a través de la rambla de Albox.
El Llano de la Era-1 (nº 295) está situado en Palacés, localizándose sobre una loma amesetada que forma parte de las últimas estribaciones de la Sierra de los Filabres que caen hacia el río Almanzora. Esta situación le permite controlar su cauce, además de su rica vega, y el desagüe en éste de las ramblas del Peral y de Almajalejo.
La organización púnica de los territorios bárquidas en Hispania, la divide en tres distritos o provincias. Levante, Alta Andalucía y Baja Andalucía. El segundo, el pagus de la Alta Andalucía comprendería, al sur de Cartago Nova, la zona de Villaricos, remontando el curso del río Almanzora hasta Cástulo, incluyendo las tribus indígenas de bastetanos y oretanos (18).
Las ricas minas del sur y sureste así como la riqueza agrícola de los territorios controlados permitió a Carthago una rápida recuperación económica. Los generales bárquidas daban cuenta al Senado de Cartago, pero debido a su distancia geográfica, mantenían de una gran autonomía política (17).
La derrota de Carthago en la primera guerra púnica a manos de Roma (264-241 a.C.) fue aprovechada por los griegos focenses aliados de los íberos para expulsarles de nuestra zona (19).
Desde el 237, cuando Amílcar Barca decide ocupar la península hasta el 219 a.C. los cartagineses establecen un control del territorio hispano contando con un buen sistema de atalayas fortificadas para la defensa y control de las comunicaciones interiores, son las llamadas en los textos clásicos “torres de Aníbal”, resguardadas por pequeñas guarniciones que custodiaban el sistema de comunicación. Según Libio en el levante existía un conjunto de atalayas litorales que vigilaban el tráfico comercial (20), estas servían para proteger a los viajeros, dar seguridad y amparo a los habitantes del campo, mantener comunicaciones y una severa vigilancia por estas comarcas (21).
* Es lamentable que en una zona tan rica en restos arqueológicos como el valle del Almanzora y la depresión de Vera desde los hermanos Siret apenas se hayan dedicado los estudios a actividades sistemáticas superficiales, sin indagar en un análisis arqueológico más profundo, lo que lleva a pensar en el poco interés que las instituciones municipales, provinciales, autonómicas y ministeriales tienen por la cultura en nuestro país.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Modelos romanos de integración territorial en el sur de Hispania Citerior. José Uroz Sáez y Antonio M. Poveda Navarro. Actas del IV Congreso Hispano - Italiano Histórico - Arqueológico. Iberia e Italia modelos romanos de integración territorial. 26-29 abril 2006. Tabvlarivm 2008. Pág. 144.
(2) Análisis del territorio durante la ocupación protohistórica y romana en la depresión de Vera y Valle del río Almanzora, Almería. María Esther Chávez Álvarez. Tesis doctoral. Universidad de La Laguna, 2.000. Pág. 99, 496.
(3) El litoral del S.E. peninsular en época romana. Algunas cuestiones en torno a su explotación económica y comercial. Julio Martínez Maganto. Gerión N.º 12 pág. 197-216, 1.994, Pág. 203.
(4) Atlas histórico de España I. Enrique Martínez Ruiz y otros. Colección Fundamento N.º 169. Ediciones Istmo. 2.003. Pág. 33-35.
(5) Ibídem. Análisis del territorio durante la ocupación... Pág. 344, 358-359, 388, 398, 418, 450-451.
(6) La historia de Almería. Vol. I. La voz de Almería. 1.998. Pág. 50-57.
(7) El territorio almeriense en la prehistoria. Manuel Carrilero Millán y Ángela Suárez Márquez. Instituto de Estudios Almerienses. Diputación de Almería. Almería 1997. Pág. 151-152.
(8) Los griegos en la península ibérica. homohominisacres.net
(9) Batalla de Alalia. Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla de Alalia
(10) Ibídem. Atlas histórico de España I. Pág. 39-40.
(11) La comunidad bastetana en la antigüedad. M.ª Ángeles Pérez Cruz. Florentia Iliberritana, N.º 8, 1997. Pág. 386, 397-398.
(12) Ibídem. Análisis del territorio durante la ocupación... Pág. 428-430, 436- 444, 454, 456-458, 468, 470.
(13) Ibídem. La historia de Almería. Vol. I. Pág. 58-65.
(14) Estado púnico. Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Estado_púnico
(15) Ibídem. Batalla de Alalia. Wikipedia.
(16) La segunda guerra púnica en la Bética. Ramón Corzo Sánchez. Habis. 1.975. Pág. 214-216.
(17) Ibídem. Atlas histórico de España I. Pág. 41-42.
(18) Ibídem. Análisis del territorio durante la ocupación... Pág. 428-430, 436-444, 454, 456-458, 468, 470.
(19) Hispania romana. Julio Mangas Manjares. Historia de España 2. Historia 16 1.980. Pág. 8.
(20) Ibídem. La segunda guerra púnica en la Bética. Pág. 214-216.
(21) Historia de la villa de Huércal-Overa y su comarca. Tomo I. Enrique García Asensio. Murcia 1908-1909. Centro de estudios Huercalenses. Ayuntamiento de Huércal-Overa. 2004. Pág. 197.
(C) Andrés Sánchez Domínguez 2022
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