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lunes, 6 de enero de 2025

FARAX, EL NEGRO “ZURGENERO”

"El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele".
Marco Aurelio



    Había nacido Farax Abén Farax en la prestigiosa familia de los Abencerrajes granadinos, pero cayeron en desgracia durante el reinado de Abu Nasr Saad. El día de la abdicación de este, sus hijos Muley Hacén y el Zagal citaron a varios de sus familiares asesinándoles en la Alhambra. Desde entonces al salón se le llama de los Abencerrajes.
    Su infancia se desarrolló en el Albaicín entre las vivencias propias de una niñez acomodada y los recuerdos de la muerte de su abuelo por los nazaríes. La juventud de Farax se radicalizó con la represión inquisitorial a sus correligionarios moriscos; y ya en su madurez, con la aplicación de la pragmática de Felipe II, donde se prohibía hablar en arábigo, vestir a lo morisco y un largo etcétera que les obligaba a dejar todas sus costumbres islámicas y convertirse al catolicismo. Abén Farax era un ferviente y practicante musulmán que no aceptó de buen grado estas leyes, propiciando un odio exacerbado a los cristianos y sobre todo al clero.
    El oficio del rico morisco era el de comerciante de tinte de arrebol, un cosmético de color rojizo que las mujeres se aplicaban en las mejillas para darse color; pero la aplicación de la pragmática trastocó sus planes haciendo que su comercio entrara en quiebra al prohibir tener esclavos negros, imprescindibles para llevar a cabo su negocio.

    En septiembre de 1568 se reunieron en el Albaicín, en casa del cerero el Adelet, los principales jefes de las familias granadinas: Hernando de Válor el Zaguer, Diego López Abén Abóo, Miguel de Rojas, Farax Abén Farax, y otros personajes influyentes, incluidos algunos monfís llegados de las Alpujarras como Esteban el Partal y Lope el Seniz.
    Comenzó hablando el instigador de la reunión, don Hernando de Válor el Zaguer, hombre de gran autoridad y entendido en cosas del reino y de su ley:
    -Los moriscos somos tratados y tenidos como moros entre los cristianos para ser menospreciados, y como cristianos entre los moros para no ser creídos ni ayudados. Excluidos de la vida y conservación de personas, nos mandan que no hablemos nuestra lengua. No entendemos la castellana: ¿En qué lengua tendremos de comunicar los conceptos, y pedir o dar las cosas? Aun a los animales no se vedan las voces humanas. ¿Quién quita que el hombre de lengua castellana no pueda tener la ley del Profeta, y el de la lengua morisca la ley de Jesús? Llaman a nuestros hijos a sus congregaciones y casas de letras, les enseñan artes que nuestros mayores prohibieron aprenderse, porque no se confundiese la puridad, y se hiciese litigiosa la verdad de la ley.
El anciano, casi con lágrimas en los ojos, prosiguió:
    -Nos mandan dejar nuestro hábito y vestir el castellano. Se visten entre ellos, los tudescos [alemanes] de una manera, los franceses de otra, los griegos de otra, los frailes de otra, los mozos de otra, y de otra los viejos; cada nación, cada profesión y cada estado usa su manera de vestido, y todos son cristianos; y nosotros moros, porque vestimos a la morisca, como si tuviéramos la ley en el vestido, y no en el corazón.
    El Negro Farax asiente contrariado:
    -Nos quitan el servicio de los esclavos negros; los blancos no nos eran permitidos por ser de nuestra nación; los habíamos comprado, criado, mantenido... ¿Qué harán los que no tuvieren hijos que los sirvan, ni hacienda con que mantener criados si enferman, si se inhabilitan, si envejecen, sino prevenir la muerte? Van nuestras mujeres, nuestras hijas, tapadas las caras, ellas mismas a servirse y proveerse de lo necesario a sus casas; les mandan descubrir los rostros, si son vistas, serán codiciadas y aun requeridas.
   La reunión continuó de manera acalorada, donde cada morisco explicó su parecer, llegando finalmente a la decisión de fijar la fecha de la noche de Navidad para proceder a la rebelión, ya que los cristianos, como indicó el Zaguer:
    -La gente de todos los pueblos está en las iglesias, solas las casas, y las personas ocupadas en oraciones y sacrificios; cuando descuidados, desarmados, torpes con el frío, suspensos con la devoción.
    Se acordó comenzar por alzar el Albaicín y no advertir a los de la Alpujarra hasta el día que se hubiese de hacer el hecho, ya que estos como gente rústica que eran, no guardarían el secreto. Los mancebos y gandules moriscos una vez rebelado el Albaicín y matado a los cristianos viejos, escalarían y tomarían la Alhambra, y los demás lugares se levantarían al tener conquistados tan grandes lugares. Así quedó el acuerdo, secundado por los cabecillas de la revuelta, designando a Farax Abén Farax, el Tagari, Mofarrix, Alatar y Salas como capitanes de la toma del Albaicín.

    Farax escribió una carta a los lugares sobre la rebelión donde daba indicaciones: “Ya sabéis por nuestros pronósticos y juicios lo que Dios nos ha prometido; la hora de nuestra conquista es llegada para ensalzar en libertad la ley de la unidad de Dios, y destruir la del acompañamiento de los dioses, porque con la ayuda y favor de Dios estéis todos prevenidos y a punto de guerra para venir a Granada a dar en estos descreídos el día señalado”. (Farax firmaba como gobernador de los moros y siervo de Dios altísimo).

    Pero no contaban con la codicia de los moriscos de la Alpujarra, que el día 23 de diciembre, dos días antes de la fecha acordada, comandados por el Partal de Narila y Lope el Seniz de Bérchules atacan y asesinan a cristianos viejos en Poqueira y Ferreira, pueblos de la Alpujarra, extendiéndose la rebelión rápidamente por las tahas alpujarreñas.

    El viernes día 25, fiesta del nacimiento de Jesús, se celebró con solemnidad en Granada, con más gente de armas de lo acostumbrado rondando las calles, ya que la presencia de moriscos forasteros en la capital no presagiaba nada bueno. El sábado 26 llegaron las noticias de la rebelión de las Alpujarras, pero el presidente de la Chancillería y el marqués de Mondéjar no le hicieron demasiado caso.
    Solo entre las filas moriscas del Albaicín lamentaron que los monfís se adelantaran y no hubiesen esperado a que este se levantara, como estaba acordado.

    Farax, apercibido de lo ocurrido en Granada, tomó a sus capitanes monfís el Nacoz y Gonzalo el Seniz, partiendo hacia la vega granadina a reclutar a los bandoleros que pudieron. Se reclutó un ejército de seis mil hombres entre los monfís y los exaltados de las Alpujarras, pero cayó tanta nieve en Sierra Nevada que hizo imposible el camino por pasos y veredas; solo Farax con ciento cincuenta hombres consiguió cruzar la sierra y situarse a la entrada del Albaicín. Intentaron levantar al pueblo haciéndole promesas de la venida de apoyo de Argel y Fez, y de la llegada de armas; pero fue en vano. Los moriscos del Albaicín se atemorizaron y, temiendo la venganza del rey católico, no secundaron la revuelta. Mientras, el Tagarí y Mofarrix esperaban al Negro para entrar en la Alhambra.
Incluso algún anciano, asomándose a la ventana, les preguntó:
    -¿Cuántos sois?
    -Ciento cincuenta -Farax le contestó.
A lo que el viejo respondió:
    -Pocos sois y venís presto.
Farax, enfadado, comenzó a quejarse de los albaicineros, diciendo:
    -¿Cómo me habéis hecho perder mi casa, mi familia y mi hacienda, y darme a las sierras con los perdidos, por solo poner la nación en libertad; y ahora, que veis el negocio comenzado, los que más habíais de favorecernos y ayudarnos os salís afuera, como si nos quedase otra manera de remedio, o esperásemos alcanzar perdón en algún tiempo de nuestras culpas? Deberíais haberme avisado antes de ahora, y pues así yo haré que el Albaicín se levante o perezcáis todos los que estáis en él.
Viendo Farax que no acudía nadie y que las campanas de San Salvador tocaban a arrebato, se subió a una ladera alta diciéndoles:
    -Perros, cornudos, cobardes, habéis engañado a las gentes y no queréis cumplir lo prometido.

    Don Hernando de Córdoba y Válor era un morisco descendiente de la familia de los Omeyas, caballero veinticuatro de la ciudad de Granada, pero caído en deshonra al haber metido una daga en el cabildo de esta ciudad, siendo arrestado por este hecho en su casa. Vendió casa y veinticuatría, y temiendo que se le embargara lo recibido, huyó el 23 de diciembre a Béznar, a casa de un pariente valorí.
    Estando en casa del pariente, el domingo 28 se reunió la extensa familia valorí y otros moros rebelados, y viendo que la tierra se había alzado y no tenían rey a quien obedecer, acordaron por unanimidad elegir a don Hernando de Córdoba y Válor por ser de linaje de reyes. Le vistieron de púrpura y le pusieron al cuello y espalda una insignia colorada a manera de faja; tendiendo cuatro banderas en el suelo, rememorando a las cuatro partes del mundo, Hernando hizo su oración inclinándose sobre las banderas, el rostro al oriente, y juró morir en su ley y en el reino.

    El lunes llegó a Béznar Farax Abén Farax con sus dos banderas, acompañado de los monfís que le habían acompañado en el Albaicín, tañendo sus instrumentos y haciendo gran algazara de placer, como si hubiera ganado una gran victoria. Al enterarse que en el lugar estaba Hernando de Válor y que había sido nombrado rey, se alteró diciendo:
    -¿Cómo puede ser que habiendo sido yo nombrado rey por los del Albaicín, que era la cabeza, eligiesen los de Béznar a otro? -y prosiguió con toda su furia-: Disputaremos con las armas ser la cabeza de los moros rebelados. ¿Qué tiene él que no tenga yo? Soy del noble linaje de los Abencerrajes y he sido el autor de la libertad. ¡He de ser rey y gobernador de los moros!
    Viendo que el problema podía llegar a las armas, mediaron los valoríes y los moriscos reunidos, llegando al consenso de que Hernando de Válor sería el rey y Farax Abén Farax su alguacil mayor. Farax levantó el pie y, en señal de obediencia, se postró en nombre de todos besando la tierra donde el nuevo rey tenía la planta. Finalmente, levantaron al rey en alto, diciendo:
    -Dios ensalce a Muhammad Abén Humeya, rey de Granada y de Córdoba -tal y como era la antigua ceremonia.
En este acto también se nombró a Abén Jahuar el Zaguer como capitán general.

    Nada más terminar el acto, el rey envió a Farax a recoger toda la plata, oro y joyas que los moros habían tomado de iglesias y particulares para comprar armas en Berbería. Farax acató la orden partiendo con trescientos monfís, fue levantando lugares y matando a todos los clérigos y legos mayores de diez años de manera cruel y despiadada. De esta manera se levantaron las tahas de Órgiva, Poqueira, Ferreira, Juviles, Ceheles, Ugíjar, Adra, Berja, Andarax, Dalías, Lúchar, Marchena, Alboloduy, Salobreña, y parte de la de Almería y de Guadix.

    El río Almanzora hasta ahora quedaba lejos de las revueltas, pero una vez tomada Gérgal, el Gorri envió a dar aviso a los lugares del río para que hiciesen lo mismo. Pero la astucia de Diego Ramírez, alcaide de Armuña, engañando a los espías moriscos haciéndoles creer que venía el marqués de los Vélez con quince mil hombres, hizo que los moros volvieran a las Alpujarras.
    
    Pero el de Armuña, aun con engaño, no iba muy desencaminado, ya que don Luis Fajardo de la Cueva, II marqués de los Vélez, sale el 4 de enero de 1569 de Vélez Blanco para iniciar su primera campaña contra los moriscos rebelados en la Alpujarra. Tras el paso del marqués por el señorío de Gérgal el 6 de enero, el hasta entonces gobernador Francisco Portocarrero, que había alzado a los moriscos de Gérgal contra don Alonso de Cárdenas, conde de la Puebla, huyó a las Alpujarras.
    Alejadas las huestes velezanas en Tabernas, el rey morisco Abén Humeya convocó una reunión en la fortaleza de Marchena el día 10, para discernir el devenir de las próximas acciones bélicas. En esta se reunieron los mejores generales junto al rey morisco: Diego Pérez el Gorri de Marchena, Hernando el Gorri de Lúchar, Portocarrero y su hijo el Peleguí de Gérgal, el Ramí de Instinción, el alguacil mayor del reino Farax Abén Farax, junto a sus lugartenientes, el Partal y el Seniz; el Tahalí, y otros capitanes de la zona.
   La reunión comenzó con las escusas de Francisco Portocarrero por haber abandonado Gérgal el pasado día 6:
    -Señor -indica a Abén Humeya-, las tropas del marqués eran superiores a las nuestras, contaba el velezano con tres mil infantes y cuatrocientos de a caballo; por tanto, no tuvimos más remedio que abandonar Gérgal y retirarnos a Huécija.
Abén Humeya le escuchó manteniendo la mirada perdida, declinó la excusa de Portocarrero y, mirándole fijamente a los ojos, le indicó:
    -Espero que tus guerreros sean más eficientes en la defensa de Huécija que en la de Gérgal. Habéis huido como cobardes, dejando a don Luis abiertas las puertas de la taha de Marchena.
    -Majestad, no volverá a ocurrir, dejaremos la piel en su defensa -acierta a decir Portocarrero, continuando con los nervios a flor de piel-. Espero que nos envíe refuerzos desde el Andarax.
Humeya no se dignó a contestar, su descontento con el gergaleño era evidente y, mirando al resto de los generales, se dispuso a comenzar la reunión que les había llevado hasta Marchena.
    -Hemos sabido que el marqués de Mondéjar ha salido para la Alpujarra y el de Vélez se encuentra en Tabernas -afirmó Humeya-. No creo que tengamos suficientes sublevados para hacerles frente, apenas contamos con cuatro mil hombres. Por tanto, propongo negociar la paz con los cristianos y permanecer en las Alpujarras hasta tener el número suficiente de hermanos musulmanes para arrebatar nuestra tierra a los herejes cristianos.
Los generales alzaron la voz en protesta, sobre todo Farax Abén Farax. El monfí, con los ojos en cólera, contestó airado:
    -Señor, no hemos llegado hasta aquí para rendirnos a la primera acción de ataque castellano, debemos luchar y derramar hasta la última gota de nuestra sangre. ¡Alá nos protegerá!
Farax estaba molesto con Humeya ya que había sido apartado por el rey al fuerte de Güechar una vez ocurrida su derrota en la elección de sucesión y los sangrientos hechos de Lanjarón. A la de Farax se unieron las protestas de los generales más belicosos como el Gorri de Andarax:
  -Majestad, les esperaremos en Huécija y, tras la victoria, echaremos a los marqueses de nuestras tierras.
Lo secundó Jerónimo el Maleh, que atestiguó:
    -Hemos podido saber por nuestros espías que don Juan Enríquez, contradiciendo las órdenes de su propio hermano Enrique, se ha incorporado a las huestes del de Vélez en Olula con cien hombres de Baza, desabasteciendo el presidio de Caniles. Así que Baza, entre la enfermedad de su gobernador y la salida de don Juan, ha reducido sus fuerzas.
    El de Válor, viendo que la mayoría de sus generales eran partidarios de continuar la rebelión, aceptó de mala gana, sabedor de las próximas derrotas. Instruyó a sus generales en mantener la férrea defensa de las Alpujarras en Huécija y comenzar la sublevación en la cuenca del Almanzora.

   El presentimiento del Omeya fue acertado puesto que, aun con la llegada de las tropas de el Gorri, Portocarrero tuvo que huir de Huécija tras el avance de las tropas velezanas: unos hacia el interior de las Alpujarras y otros a Félix. Al mismo tiempo, en el marquesado del Cenete las milicias de Guadix recuperaban la fortaleza de la Calahorra.
    
   El día 19 el de Vélez llegó a Félix, donde le esperaban las tropas moriscas al mando de el Gorri, Portocarrero, el Tezi y el Futey; pero el uso de la caballería haría que los rebeldes se dispersaran por las ramblas, hacia el mar y por la población, donde se produjo la total derrota morisca, concluida con la masacre de la villa. Sin embargo, al marqués le surgieron varios problemas: primero el pillaje y la deserción de la tropa, y el más importante, la falta de avituallamiento para los soldados. No obstante, la llegada de refuerzos cristianos afianzó la moral de don Luis, tomando Canjáyar y derrotando al capitán Tahalí en Ohanes el primero de febrero. Pero de nuevo las deserciones masivas hicieron que el marqués cesara en proseguir la guerra, decidiendo bajar a Terque donde se podía proveer mejor.
    
    En el Almanzora, a los moriscos no les fue mucho mejor. Tras la partida del marqués de los Vélez, Jerónimo el Maleh, siguiendo el acuerdo de Marchena, con las fuerzas sublevadas del valle a finales de enero ataca Serón, pero esta resistió merced al apoyo recibido de Baza. Tras el fracaso, el Maleh se dirigió hacia Oria, la ataca, pero también es liberada por la llegada de tropas de la Casa de Alba en Huéscar. Ante estos dos tropiezos, el Maleh decidió abandonar el levantamiento morisco del Almanzora para fechas posteriores.

    A finales de enero de 1569, con el marqués retenido en Terque y las negociaciones de paz del marqués de Mondéjar, se pacificó la situación, aumentada con la llegada de don Juan de Austria en marzo como nuevo capitán general del reino, quien también mantenía tesis pacifistas.

   El tiempo de paz fue aprovechado por Abén Humeya para reforzarse, comenzando a finales de abril un nuevo levantamiento más extenso que el anterior, esta vez con un doble frente por Málaga.        
    
  En la última semana de mayo, el rey morisco reunió a su consejo de guerra en Válor: su tío Hernando de Córdoba el Zaguer y los generales Miguel el Dalay, Maxaraf y Hernando el Habaquí. En ella se decidió atacar al de Vélez en Berja, derrotándole y así tener un buen argumento para levantar las tierras del Almanzora.
  Pero no comienza bien el segundo levantamiento morisco, ya que el marqués de los Vélez les vence en la batalla de Berja una vez recibidos nuevos hombres de Lorca y del marqués de Villena. En esta, el contingente de moriscos es comandado por el propio rey y sus mejores generales: el Derri, el Habaquí, Abonvayle, el Zaguer, el Maleh, Abén Mequenum y Juan Gironcillo. Comenzó el asalto en la madrugada del 2 de junio de 1569, después de una cruenta contienda en las calles, la caballería y la infantería velezana consiguieron derrotar al ejército rebelde, siendo considerada esta batalla de las más encarnizadas de la rebelión.

   Abén Humeya había iniciado a principios de junio una ofensiva sobre la frontera de Guadix, desde donde se abastecía al Fajardo. Cuando este salía de Berja hacia el litoral en Adra, desde la ciudad accitana se envió un cargamento de armas y pólvora a Fiñana, para enviarse posteriormente al marqués; pero no llegó a su destino, ya que los moriscos lo interceptaron en esta localidad.

    En Fiñana el rey morisco convocó una nueva reunión de sus generales el Gorri de Andarax, el Peliguí de Gérgal, Jerónimo el Maleh y los monfís de Farax Abén Farax. Este, después de la masacre de Lanjarón, había perdido el favor del rey, lo consideraba demasiado sanguinario, por tanto intentó por todos los medios alejarlo de la Alpujarra: lo envió primero a Güechar y después al frente almanzorí a las ordenes de el Maleh.
    -Como bien sabéis -comenzó diciendo el de Válor-, tras la derrota de Berja y el traslado del maldito marqués don Luis a Adra, y contando con que las escasas fuerzas granadinas del enfermizo Enrique Enríquez, gobernador de la frontera de Baza, no presten ayuda a los pobres moriscos del Almanzora, debemos comenzar por tomar por la fuerza los lugares de la sierra de los Filabres.
El reyezuelo morisco continuó con su comentario, añadiendo:
    -Tenemos la voluntad de Alá con nosotros, el momento es propicio para atacar el Almanzora. ¡No dejaremos piedra sobre piedra de sus fortalezas!
Los generales vitorearon la valentía de su rey, a lo que el Gorri contestó:
  -Pero ¿cuál será la primera fortaleza que atacaremos? Lógicamente debemos comenzar por las de los Filabres hasta llegar al valle; pero una vez allí, ¿cuál será la siguiente? Creo que deberíamos atacar primero las fortalezas del marqués de los Vélez, es decir Cantoria y Oria. Seguro que contaremos con el apoyo de los moriscos de ambos lugares.
No parece que la propuesta fuera muy bien aceptada por sus compañeros, y mucho menos por Abén Humeya, que ordenó:
   -¡No! Primero debemos atacar Serón para prevenir cualquier intento de llegada de ayuda desde Baza, no podemos dejarnos ninguna fortaleza a nuestra retaguardia. ¡Comenzaremos por Serón, lo antes posible!
Cuando el rey morisco iba a dar por finalizada la asamblea, el capitán Farax Abén Farax, con voz firme, preguntó a los presentes:
   -¿Qué trato debemos dar a los moriscos que encontremos en las poblaciones? ¿Los consideramos como hermanos musulmanes o como enemigos?
Humeya contestó a la consulta de Farax de manera enérgica:
  -¡Consideraremos como hermanos a los que nos apoyen! ¡Como enemigos a los que nos consideren como adversarios! Y os digo a todos, y sobre todo a ti, Negro, que no permitiré barbaries como las de Lanjarón.
Farax maldijo para sus adentros al reyezuelo Humeya, pensando que si le hubieran elegido a él en lugar de al Omeya, la revuelta morisca habría terminado antes y no hubiera habido tanto derramamiento de sangre musulmana, solo cristiana. “¿Qué tendría un Omeya que no tuviera un Abencerraje?”.
Farax bajó la cabeza asintiendo:
    -¡Lo que ordene su majestad!
    La asamblea terminó con el acuerdo de atacar Serón cuando las tropas estuvieran preparadas, y continuar río Almanzora abajo hasta encontrar una salida al mar en espera de la ayuda del norte de África, diezmadas por las continuas derrotas de las Alpujarras y el Andarax.

    El día 10 de junio de 1569, como había ordenado su rey, parten de Gérgal las tropas alpujarreñas comandadas por el Gorri de Andarax, el Peliguí de Gérgal y el Maleh del Almanzora con dos mil alpujarreños para levantar la sierra de los Filabres; alzan primero Bacares y desde esta dividen sus fuerzas en dos flancos, levantando Sierro y Suflí por un lado, y Tahal, Laroya y Macael por otro. El ejército granadino se reuniría de nuevo bajo un cielo tachonado de estrellas la noche del día 11 en las inmediaciones de Purchena. Al amanecer del día siguiente las milicias alpujarreñas, a las que se le habían unido seguidores locales, toman la villa purchenera, obligando a sus correligionarios a secundar el alzamiento. No obstante, algunos moriscos principales se opusieron, escapando a las fortalezas cercanas del marqués de los Vélez de Oria y Cantoria.

    Al atardecer del día 12, los generales se reunieron en la recién tomada Purchena para planear las siguientes acciones e intentar convencer a los moriscos de las fortalezas cercanas a unirse a la rebelión.
    
   Una vez tomada Purchena, que sería establecida como cuartel general, los rebeldes se encaminaron hacia la fortaleza de Serón, punto fuerte que cerraba el paso al altiplano granadino. Tras sublevar a los moriscos, se comenzó el asedio del castillo, que resistió estoicamente el envite morisco durante quince días. Ante el rumor de llegada de refuerzos cristianos desde Baza, el Maleh decidió retirarse hacia Purchena, Tíjola y Bacares.
    
    La mañana del 17 de junio, el capitán general morisco del Almanzora decidió tomar Cantoria. Estos ya preparados pidieron ayuda a Oria. La feroz defensa cristiana consiguió que El Maleh, tras varias conversaciones, solo consiguiera sacar a las esclavas moriscas alpujarreñas de la fortaleza.
    
    El capitán de la fortaleza de Oria, don Luis Fajardo y Chacón, hijo bastardo del marqués, tras organizar la defensa de Oria, se decide a ayudar a Cantoria. Llega la noche del 17 a esta, pero espera infructuosamente el ataque morisco el día 18, ocupado en sublevar las villas río abajo. Esta era una maniobra de distracción de El Maleh, ya que su intención final era atacar la villa de Oria, pero no contaba con el regreso la noche del 18 de don Luis a su fortaleza. La fuerte resistencia con artillería y el socorro de Huéscar y Lorca obligó al morisco a desistir y volver a Purchena, en espera de nuevos refuerzos.
    Los moriscos, una vez desestimado el ataque a Cantoria, bajan río abajo a alzar las villas. Durante los días 18 y 19 de junio toman por la fuerza Partaloa, Albox, Arboleas y Zurgena, “sin dejar piedra ni casa”, llevándose a los moriscos de estos lugares.

    De nuevo El Maleh intenta tomar Serón a finales de junio con otro sitio pero, igual que en el anterior asedio, el rumor de la llegada de tropas, ahora jienenses, obligó a retirarse a las tropas moriscas el 9 de julio.
    
    Tras el fracaso de el Maleh, el propio Abén Humeya decidió iniciar un nuevo ataque a Serón el día siguiente, 10 de julio. Con cinco mil moriscos concentrados en la sierra de Bacares, comenzó el asalto de la fortaleza. Los cristianos, sabedores de la entrega de los quince lugares del señorío de los Enríquez en la sierra de los Filabres con Tahal al frente, y que también se habían alzado Sorbas y Lubrín, resistieron todo lo que pudieron, pero la descoordinación de las tropas cristianas de don Juan de Austria y el marqués de los Vélez, y la victoria de El Mecede sobre los refuerzos de Baza, propiciaron la rendición del castillo de Serón el día 16 de julio, y el posterior ensañamiento contra el clero de la villa.
    
    Una vez tomada la fortaleza de Serón, todas las miradas se centraron en las villas del marqués en el Almanzora: Cantoria y Oria. La primera medida de estas fue pedir ayuda a Vélez Rubio, Vera y Lorca, pero ninguna acudió a su llamada, la capital del señorío y Lorca por no tener suficientes hombres, y Vera por estar ella misma en alerta. Así que decidieron desalojar Cantoria, que era la más desguarnecida, ocasión aprovechada por los moriscos para hacerse con ella.
    Pero contra todo pronóstico, el ejército morisco no se dirigió a Oria, sino que volvieron a parar la ofensiva contra el marqués y encaminaron su insurrección río abajo, ocupando en ese mismo tiempo Zurgena, que había quedado despoblada. Abén Humeya, necesitando un lugar de contención y presidio frente a las tropas que podían llegar de Vera o Lorca, dejó a Farax con sus monfís en defensa de la retaguardia del Almanzora en Zurgena, y de paso los alejó de las conquistas futuras, sabiendo su carácter sanguinario.
    A Abén Farax no le sentó muy bien que lo dejaran en un lugar tan distante de la rebelión, y así se lo hizo saber a su rey:
   -Señor, no es buena medida alejar a los valerosos monfís de la toma de Oria, somos los más apropiados para mantener el cerco y atacar con escalas a los malditos vasallos del marquesito.
Pero el de Válor, cansado de las impertinencias del monfí, reteniéndose en su verdadero pensar, le indicó:
    -Os necesitamos en la retaguardia para no ser sorprendidos por los lorquinos. De Oria y sus gentes ya nos ocuparemos el Maleh y yo.

    Abén Humeya no tardó en dirigirse a Oria, así el 24 de julio tres mil rebeldes alzan a los moriscos de la villa y sitian la fortaleza, dentro de la pretensión del reyezuelo de lanzar una ofensiva en el norte con una acción en tenaza contra Caniles y Oria. De nuevo llegaron tropas de Huéscar y Lorca en auxilio de Oria, lo que impidió que el cerco fuera demasiado largo, obligando a los musulmanes a retirarse el día 28 y desestimasen el fin último de asaltar Vélez Rubio.

  Desde el intento de la toma de Oria, los moriscos pusieron tregua a sus pretensiones, sobre todo para recoger sus cosechas y poder abastecer a su ejército.

  La ocupación estratégica de Zurgena permitió a su alcaide Farax el Negro desplegar durante todo el verano un amplio plan de desestabilización de la zona. Desde la alcazaba zurgenera partía el Negro y sus cien monfís a instigar los campos de Lorca, matando y haciendo cautivos por campos y caminos, hasta tal punto que desde Lorca a Vera y viceversa no se podía viajar sin escolta.
    Un día, los monfís atacaron a unos pastores en el Esparragal junto a la rambla de Nogalte. La alerta dada por un pastor joven a los lorquinos hizo que estos enviaran a treinta caballeros y sesenta peones persiguiéndoles hasta el olivar de Overa, donde les quitaron las reses, huyendo los moros hasta Zurgena. Los de Lorca no les persiguieron por no entrar en tierra enemiga y correr más peligro.
    Cuando el Negro llegó a la fortaleza de Zurgena, venía con el caballo exhausto y muy disgustado con sus monfís.
    -¿Qué le habrá pasado a nuestro vigía Juan Calderón para no advertir la llegada de los lorquinos? Le puede dar gracias a que fue el primero en morir en el campo de Huércal, si no lo hubiéramos destripado en el pago de Calafa antes de llegar a Zurgena -comentaba Farax a su lugarteniente Miguel el Palacesí-. Hemos perdido diez hombres, doce caballos y todas las reses del Puerto… ¡Menudo desastre! Pero esto no quedará así -vociferó el Negro-: vengaremos a nuestros paisanos derramando toda la sangre cristiana posible y los dejaremos sin cosecha.
Los monfís, aún sin fuerzas por la carrera, celebraron las palabras de su jefe, dejando clara su intención:
  -¡Malditos lorquinos! Quemaremos todo el campo desde Xiquena a Terreros Blancos. ¡No dejaremos ningún cristiano viejo sin degollar!

    En respuesta, Farax atravesó el campo de Huércal y llegó al caserío de el Puerto de Lorca, donde incendió las mieses de trigo y cebada, matando a muchos cristianos viejos que dormían en las parvas de las eras; y más tarde, tomando la rambla de Guazamara abajo, llegaron a la Fuente de Pulpí, donde permanecieron varios días asaltando a los mercaderes de la ciudad de Lorca que iban a la de Vera por el Camino Real y a los de Vera que iban a Lorca, siendo robados, asesinados o cautivados, para después venderlos en Argel. Farax, durante este tiempo, pasó a esta ciudad del norte de África dos o tres veces para vender ganado y cautivos, y traer armas a cambio.

    Por tanto, aniquilar el presidio de Zurgena fue una medida fomentada por Lorca y Vera, así que prepararon vigías y atalayas para la emboscada a los monfís. El 23 de septiembre los guardas detectaron una nueva correría morisca por la Fuente de Pulpí, Lorca envió ochenta soldados que se escondieron en el lugar de Tarax, mientras treinta de ellos marcharon hasta Pozo de la Higuera para atraer a los moriscos. Cuando los monfís trataron de cercar a los soldados, salieron los emboscados y forzaron a los asaltantes a refugiarse en una cueva del Cabezo del Moro, donde les rodearon. Vera también envió otros ochenta peones y treinta caballos que llegaron al cerco. Pero los monfís no se dejaron amedrentar, así que los cristianos, para hacerles salir, prendieron fuego a la maleza de atochar y romeral abrasando a la mayoría de los moriscos; pero Farax pudo huir saltando por las llamas y salvarse de los de a caballo que le perseguían escondiéndose en los acebuchales de la rambla de Guazamara.

    Después del intento de tomar Oria el 25 de julio de 1569, los moriscos hicieron una tregua para abastecerse y comenzar a preparar, con la ayuda del rey de Fez, la llegada de socorro musulmán, pero para ello necesitaban una salida al mar donde poder desembarcar el apoyo del norte de África. Abén Humeya decide que lo primordial de la operación es la toma de Vera, plaza fuerte que le impedía su acceso al mar. Así, bajando por el Almanzora con sus caudillos Ben-Hari de Portilla, Abenaix de Cantoria, el Maleh de Purchena, Abenzaide de Serón, Abu Efam de Somontín, Portocarrero de Gérgal, el Habaquí, Caracax y otros, el 24 de septiembre, pasando por Zurgena, Palacés y la Ballabona, se situó el ejército morisco a la vista de Vera, poniéndola en cerco el día 25; pero la llegada de tropas cuevanas y lorquinas desbarató el cerco, haciendo que Abén Humeya se retirara a Purchena.
    El rey Humeya, después de la derrota de Vera, se retiró a Laujar de Andarax, intentó negociar la paz con Granada, pero fue asesinado por su primo Abén Abóo.

    Farax, medio abrasado, había huido desde la rambla de Guazamara hasta llegar a la fortaleza de Purchena, donde curó sus heridas junto a su amigo el Maleh. Más tarde, con el odio retenido, pasó a Argel fijando en ella su domicilio, compró un gran galeote y, acompañado de algunos renegados, volvió formando parte de los corsarios que atacaron las costas almerienses…

Farax aparecería posteriormente en varios romances recogidos por los cronistas de la época, como Pérez de Hita:
"En esto, el fuerte Farax / Negro capitán de fama, / con muy gallarda osadía / hizo dos grandes entradas / en esos campos de Lorca, / con las cuales cobró fama".

Nota: Esta es una recreación histórica del famoso monfí Farax Abén Farax, que terminó siendo capitán del presidio de Zurgena, basada en la documentación de Luis de Mármol y Carvajal: “Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada”; Diego Hurtado de Mendoza: “Guerra de Granada hecha por el rey de España don Felipe II contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes”; Ginés Pérez de Hita: “Guerras civiles de Granada”; y la extensa bibliografía del mayor conocedor de la historia morisca en Almería, Valeriano Sánchez Ramos. Siempre con las licencias propias de un relato.


Este relato, junto a otros de varios autores palaceros, aparecen en el libro "Letras de Palacés. Narrativa 1" editado en 2024 por los autores en la editorial Arráez. Páginas 175 a 191.

                        (C) ANDRÉS SÁNCHEZ DOMÍNGUEZ 2024


viernes, 10 de noviembre de 2023

CAMPAÑA DEL ALMANZORA Y TOMA DE ZURGENA POR DON JUAN DE AUSTRIA (1569-1570)

    En nuestra entrada “La batalla de Palacés: 12 de noviembre de 1569”(1), relatábamos los hechos de principios de noviembre con el intento morisco de tomar Oria y la respuesta lorquina con el combate de Cantoria y la retirada hacia Arboleas y Zurgena, que terminaría con la victoria murciana en Palacés. Desde entonces la guerra dejó momentáneamente el Almanzora y se centró en el altiplano granadino.
    Mientras tanto, Felipe II preocupado por el alargamiento de la guerra, decide relevar a los marqueses de los Vélez y de Mondéjar por sus escasos resultados prácticos, sustituyéndoles por el duque de Sessa en las Alpujarras y por don Juan de Austria en la zona oriental(2).

1. El cerco de Galera y la destitución del marqués de los Vélez

    En la parte occidental, Galera había caído el día 7 de noviembre de 1569 en manos moriscas, fracasando Huéscar en su intento de liberarla; esto obligó a Felipe II a enviar a su hombre de cámara don Luis de Ayala con 400 hombres a Baza para hacer frente a Galera. Más tarde, el día 20 se sublevaría Orce y al día siguiente los moriscos intentan tomar Huéscar. Estas acciones convencieron al marqués de los Vélez, que continuaba en la Calahorra, a salir de esta e intervenir en la zona granadina. Don Luis pensó salir del Cenete el mismo día 21, pero una gran tempestad de agua y nieve le obligaron a retener su salida hasta el 23, llegando a Baza este mismo día con un ejército de 1.000 infantes y 200 a caballo.
    Pero el marqués no se apresuró por llegar a Galera, sino que acampó en Baza restableciendo el poder de sus parientes los Enríquez y controlando el presidio de Caniles para evitar un asalto morisco desde Serón. Por fin en los últimos días de noviembre con 4.000 hombres y 200 caballos se dirigió a Galera iniciando su sitio. Pero los ataques del de Vélez no tuvieron éxito, ya que la falta de artillería le llevó al fracaso; perdiendo en las tres primeras semanas la mitad de sus tropas.
    Felipe II decidió que el marqués ya no era necesario en este campaña, ordenando a su hermanastro don Juan de Austria (1547-1578), capitán general de Granada, que saliese a campaña el 29 de diciembre dirección a Baza; y a don Luis de Requesens, comendador mayor de Castilla, que tomase artillería y aprovisionamiento en Cartagena y se dirigiese también a Baza.

DON JUAN DE AUSTRIA
(C) Anónimo. Oleo hacia 1575 © Museo del Prado

    El Fajardo hizo un último intento de continuar en la contienda volviendo a asaltar la plaza de Galera el 30 de diciembre, pero fracasó de nuevo. El día 1 de enero de 1570 don Juan llegó a Baza(3) con los tercios de Italia compuestos de 8.000 infantes, 500 caballos y varias piezas de artillería(2), anunciando al Fajardo su próxima visita. Esta se produciría el 18 de enero en el alcázar de Huéscar, donde don Juan le indicó al Fajardo que quedada destituido; el de Vélez levantó inmediatamente el cerco a Galera, llegando a Vélez Blanco el día 19 de enero(3).
El de Austria se parte luego / a Galera que está alzada, / dejando gran campo al Duque, / que queda en el Alpujarra. / A Huéscar llegó Su Alteza, / donde el de Vélez estaba, / y al que se holgó de ver, / porque era mucha su fama”(4).
    El 24 de enero las tropas de don Juan intentaron tomar Galera, pero fue un estrepitoso fracaso. Entre tanto, el marqués envió el día 30 al beneficiado Martín Falces Ategui con 90 hombres desde Oria a Cantoria para sacar ganado vacuno y cabrío, y llevarlo a Oria, lo que permitió momentáneamente la pacificación del Almanzora.
    El 3 de febrero don Juan recibe la orden del rey de pacificar los caminos señoriales con Murcia, molestados por los guerrilleros monfís de Ponce en Huércal y de Diego Abendali y sus moriscos de Vélez Rubio. La acción de coordinación de las tropas velezanas y lorquinas la llevó a cabo Falces Ategui, dando muerte a Ponce y a Abendali.
    Finalmente el día 7 de febrero don Juan tomó la fortaleza de Galera, despejando el paso al Almanzora(5).

2. Comienzo de la campaña en el Almanzora

    Don Juan volviendo a Baza da la orden de marchar sobre el Almanzora, enviando una patrulla de reconocimiento con 170 lanzas y 50 arcabuces al mando de don García Manrique. Caminó esta compañía por la noche de Caniles a Serón, pero el guía escapó y tuvieron que dormir en Fuencaliente. Al día siguiente continuaron la marcha sufriendo una emboscada por causa de unas vacas en el río Almanzora, volviendo por la sierra.
    Don Juan parte de Baza el día 17 de febrero, se detiene en Caniles, saliendo a las nueve de la noche para Serón con 2.000 arcabuceros y 200 de caballería(6).
    Las operaciones sobre Serón se iniciaron el 18 de febrero, pero la comitiva sufrió un nuevo descalabro, ya que murieron buen número de soldados y el ayo de don Juan, don Luis Quijada a manos de los moriscos de el Maleh y el Habaquí que habían llegado río arriba desde Purchena, obligándoles a retirarse a Caniles(7). Los moriscos le habían tendido una trampa con el alboroto de las guapas moriscas, haciéndoles entrar en la población para saquearla, mientras que ellas se encerraban en el castillo. El Maleh entró primero con la caballería para rematarles con la arcabucería(6) al grito de “¡Ahora pagaréis lo que hicisteis en Galera!(8).
    El 23 de febrero don Pedro de Deza escribía a Felipe II aconsejándole expulsar a los moriscos de la zona; el rey le hizo caso dando la orden el día 24, ordenando el destierro de los moriscos de las hoyas de Baza y Guadix(9).
    Partiendo de Caniles el día 27 con 8.000 infantes y 500 de caballería(10), el ejército de don Juan comandado por don Lope de Figueroa se presenta en Serón(8), tras una dura batalla, el 28 de febrero cae su fortaleza(7), permaneciendo en ella hasta el 9 de marzo cuando llegaron los bastimentos de Jaén(10).
    Mientras, el rey había decretado la expulsión de los moriscos de los Vélez; y comunicado al marqués del próximo refuerzo de Oria. Este se realizó el día 12(9).

CASTILLO DE SERÓN
(C) turismoseron.es/blog

    El mismo día 9 de marzo el Austria llega a Tíjola la Nueva, situando su real en la huerta; pero esta no caería hasta el 22 cuando la artillería hizo desalojar la fortaleza de Tíjola la Vieja a los moriscos del capitán turco Caracax, terminando por asolarla(11).
    El hecho de reforzar Oria fue interpretado por los del señorío como vía libre para robar y esclavizar a los moriscos, pero don Juan no lo permitió y cuando el día 25 de marzo salía de Tíjola a Purchena, dejando a cargo de esta a Diego de Leiva, no flaqueó en castigar estos abusos, sobre todo porque estos hechos perjudicaban los contactos de rendición con el nuevo general del Almanzora, Hernando el Habaquí una vez muerto el Maleh(9).
    El mismo 25 de marzo D. Juan envía a don García Manrique a ver la situación de Purchena, pero ante su llegada los moriscos que no habían escapado, se rindieron(12). El Maleh enfermo, posiblemente envenenado, había ordenado desalojar la fortaleza(10). Más tarde llegaría el Austria a poner su real en la huerta de Purchena, donde comenzaron a llegar moriscos de todo el Almanzora a reducirse(12).
    De Purchena pasa a Cantoria el 27 de marzo, encontrándola desalojada, ubicando en las afueras don Juan su real el día 28. Pero el Austria sufrió en sus mismas carnes la deserción y la falta de avituallamiento que tanto daño le hizo al de Vélez, retrasando el avance por la comarca. Desde Cantoria el general dispuso la expulsión de los moriscos del señorío velezano y de otras villas murcianas(9).

3. TOMA DE ZURGENA POR DON JUAN DE AUSTRIA

    El 3 de abril de 1570 don Juan levanta el campamento de la fortaleza de Cantoria dejando a cargo del presidio a Bernardino Quesada, para dirigirse río abajo a Zurgena(9) “Surgena de Aguilar” según Luis de Mármol(13). Una vez llegados a nuestro pueblo, al que encontraron deshabitado, don Juan dejó a don Luis Ponce de León con una compañía de infantes y otra de caballos, partiendo a las cuatro de la mañana hacia el río Aguas. Pasan por las “bocas del Almanzora” en Overa y entran en la tierra de Vera. Los moriscos de las poblaciones río abajo de Cantoria se habían rendido a los capitanes que precedían al ejército unos días antes, cansados de vagar hambrientos por los campos(14).
    Mientras, el rey paralizaba la expulsión de los moriscos de los Vélez el día 6 de abril(15).

PLANO CASTILLO DE ZURGENA
(C) Alberto Castellón Sánchez del Pino. Castillos y atalayas del Almanzora. 2017. Página 290

4. Las negociaciones de paz

    Todos al fin y al cabo deseaban la paz, pero ninguno daba los pasos necesarios. Pero el personaje más importante de esta paz sería Hernando el Habaquí. Este era el alguacil de Alcudia, hombre de buen juicio y valeroso; se vió obligado a unirse a la revuelta en junio de 1569 cuando le avisaron que iba a ser encarcelado. A la muerte de el Maleh, Abén Abóo le nombró general de los moriscos con armas, viniendo al Almanzora cuando don Juan de Austria preparaba la toma de Serón.
    Por parte cristiana el encargado sería don Hernando de Barradas, vecino de Guadix y amigo de el Habaquí. En enero se pone en contacto con el morisco diciéndole que podían obtener el perdón del rey si trabajaba en la reducción de sus correligionarios. La primera entrevista se realizó el 15 de febrero en Aldeire, un lugar del marquesado de Cenete. El Habaquí en marzo estaba en Purchena, subiendo el 8 a socorrer a Serón, escapando de esta para refugiarse de nuevo en Purchena. Desde Tíjola el mensajero del Austria, Francisco de Molina le envía una carta a Hernando para tener una reunión, contestándole este que la tendrían en el río Almanzora. La primera reunión se realizó el día 12, produciéndose dos más el 18 y 22, esta vez con Francisco de Córdoba. En estas el morisco pedía que se perdonase a todos y les devolvieran a sus mujeres e hijos; ante lo cual los cristianos le respondieron que no se trataba de capitulaciones, sino de ver las condiciones de entregar las armas y suplicar misericordia. Una vez vuelto a Purchena, los turcos le trataron de traidor saliendo para las Alpujarras; detrás salieron los alpujarreños, y él mismo una vez tomada Tíjola la Vieja.
    El 29 desde las Alpujarras el Habaquí escribió a Barradas relatándole que en el Almanzora la rendición estaba acordada, pero que no volvieron a contactar con él(16).

CAMPAÑA DE DON JUAN DE AUSTRIA
(C) Valeriano Sánchez Ramos. El II marqués de los Vélez y la guerra contra los moriscos 1568-1571. 2002. Página 194

5. Fin de campaña de Don Juan

    Desde Zurgena don Juan inicia la campaña por los Filabres, Alpujarra y Andarax. El día 4 de abril la comitiva llegó al río Aguas(17) situándose el mismo día en Lubrín, desde este don Juan envía a García Manrique y Juan de Espuche a Tahal para reforzar la retaguardia. El día 5 salen para Sorbas(18) donde llega el 6, deteniéndose hasta el 15 de abril(17). Deja en el presidio de Sorbas al capitán Peñaroja, pasa por Tabernas el 16, acampando el 17 en Rioja, entrevistándose con las autoridades de Almería. El 20 llega a Santa Fe de Mondújar, donde firmaría el Bando de Reducción de los moriscos. El 21 de abril se traslada a Terque donde continúa entrevistándose con generales moriscos. Desde este lugar envía a Jordán Valdés y Tello González de Aguilar a castigar a los moriscos de Félix. Del 30 de abril al 1 de mayo está en Instinción, acampa el 1 de mayo en Canjáyar, pasando al día siguiente a Padules, realizando la reducción general de los moriscos el 13 de mayo en Fondón. En Padules permaneció hasta el 20 de mayo, pasando hasta Cobda, donde situaría un presidio al que van llegando los moriscos reducidos. En esta localidad permanecería hasta el 1 de agosto, día que abandona el presidio del Andarax, llegando al día siguiente a Guadix, dando por finalizada la campaña. A los pocos días se trasladaría a Granada(18).

6. Rendición de los moriscos

    La primera reunión formal para la rendición de los moriscos se realizó en Fondón de Andarax el 13 de mayo de 1570, a la conferencia acudieron el Habaquí en nombre de Abén Abóo, Hernando de Galipe, Pedro de Mendoza el Hoscení, Alonso de Velasco el Granaíno, Hernando el Gorri y dos turcos principales, protegidos por mil escopeteros. De parte cristiana Alonso de Granada Venegas, los beneficiados Torrijos y Tamarid, Hernán Valle de Palacios y otros caballeros. Los moriscos accedieron a reunirse a cambio de poder permanecer en el reino de Granada con las provisiones anteriores a 1567. Don Juan contestó que trajeran poder de Abén Abóo y que sus peticiones fueran recogidas en un memorial en forma de suplicación(19).
    El 19 de mayo se volvieron a reunir en Fondón, donde los moriscos entregaron los poderes y memoriales a Hernán Valle de Palacios para que se lo entregara al Austria. El acuerdo estipulaba que el Habaquí fuera a pedir misericordia de sus culpas a los pies de don Juan, y se rindiesen armas y banderas, y su majestad daría orden de no ser molestados entregándoles sus mujeres y bienes, pero no en la Alpujarra. Pidiendo además un trato de favor para él, Abén Abóo y los principales de la revuelta.

ABÉN ABÓO
(C) https://es.wikipedia.org/wiki/Aben_Aboo

    El 25 de mayo volvió el Habaquí con los acuerdos firmados, y su compromiso de embarcar a los turcos y berberiscos a Berbería. Este se realizó en junio de 1570; pero la llegada de nuevas tropas hizo que Abén Abóo cambiara de parecer, que unido a la desconfianza y celos que tenía a el Habaquí, y la intención de este de traicionarlo, le llevó a asesinarle en julio(20). Según Pérez de Hita, Abén Abóo le dijo a el Habaquí: “… ¡tú vas allá y negocias por ti, atribuyéndote la honra y gloria del rendimiento de las armas y restauración del reino, y das palabra de llevarme preso o muerto a la presencia de los cristianos!”(21).
    El 30 de julio don Juan envió a Hernán Valle de Palacios a saber lo ocurrido, sabiendo en este momento de la muerte de el Habaquí, el Austria rompió las negociaciones de paz, reanudándose la guerra(20)...

BIBLIOGRAFÍA

(1) La batalla de Palacés: 12 de noviembre de 1569. Palacés Histórico. 2021.
https://palaceshistorico.blogspot.com/2021/07/la-batalla-de-palaces-12-de- noviembre.html
(2) La repoblación de Olula del Río en el siglo XVI. José Domingo Lentisco Puche. Instituto de Estudios Almerienses y Ayuntamiento de Olula del Río. 1991. Página 94.
(3) El II Marqués de los Vélez y la guerra contra los moriscos 1568-1571. Valeriano Sánchez Ramos. Revista Velezana, Ayuntamiento de Vélez Rubio, Centro Virgitano de Estudios Históricos y Ayuntamiento de Berja. 2002. Páginas 179-188.
(4) Guerras civiles de Granada. Ginés Pérez de Hita. Texto preparado por Enrique Suárez Figaredo a partir de la Colección Austral. Madrid. 1975. Página 179.
(5) Ibídem. El II Marqués de los Vélez… Páginas 190-193.
(6) Historia de Zurgena. A la historia desde tu historia. José García Gallego, Josefina Valera Tudela y Pedro Segura Cano. Arráez Editores. Colección Investigación n.º 2. 1994. Páginas 113-115.
(7) La rebelión de los moriscos en tierras almerienses. Carlos Villoria Prieto y Valeriano Sánchez Ramos. Instituto de Estudios Almerienses. Colección Historia n.º 71. 2020. Páginas 57-61.
(8) Ibídem. Guerras civiles de Granada… Páginas 220 y 226.
(9) Ibídem. El II Marqués de los Vélez… Páginas 193-196.
(10) Ibídem. Historia de Zurgena… Páginas 116-117.
(11) Don Juan de Austria en el Almanzora. José Ángel Tapia Garrido. Roel N.º 7-8. 1986/87. Página 156.
(12) Ibídem. Don Juan de Austria… Páginas 160-161.
(13) Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reyno de Granada. Tomo II. Luis del Mármol Carvajal. Imprenta de Sancha. 1797. Página 316.
(14) Ibídem. Don Juan de Austria… Página 162.
(15) Ibídem. El II Marqués de los Vélez… Páginas 196.
(16) Ibídem. Don Juan de Austria… Página 163-165.
(17) El valle del Almanzora durante el islam (y Suflí al fondo). José Acosta Montoro. Arráez Editores. Colección Investigación, 5. 1995. Página 227.
(18) Ibídem. El II Marqués de los Vélez… Páginas 194-195.
(19) Ibídem. El valle del Almanzora durante… Página 231-232.
(20) Entre el colaboracionismo y la rebelión: el morisco Hernando el Habaquí. Carlos Javier Garrido García. Miscelánea de estudios árabes y hebraicos. Sección árabe-islam. Vol. 63. 2014. Páginas 60-62.
(21) Ibídem. Guerras civiles de Granada… Página 261.

                        © ANDRÉS SÁNCHEZ DOMÍNGUEZ 2023

lunes, 9 de agosto de 2021

LAS PEÑAS DE PALACÉS Y EL CERCO DE VERA: 25 DE SEPTIEMBRE DE 1569

La rebelión de los moriscos en las Alpujarras el 27 de diciembre de 1568, no fue apercibida por los habitantes de la axarquía almeriense como un peligro inminente, de hecho algunos jóvenes de la comarca se incorporaron a las tropas del segundo marqués de los Vélez, Luis Fajardo de la Cueva, en Oria y Olula cuando se dirigía a tierras alpujarreñas, sobre todo de la villa señorial de Cuevas en poder del marqués.

Abén Humeya
https://cvc.cervantes.es/literatura/1568/diciembre.htm

    Mientras, Abén Humeya rey de los moriscos, a principios de junio de 1569 intenta colapsar el sistema defensivo de Felipe II levantando a los moriscos de la sierra de los Filabres y del alto Almanzora(1). Vera supo de la bajada morisca por el Almanzora por las ahumadas de las torres vigías de la Torrecica en Palacés(2) y de la Ballabona; además de la declaración de un vecino a las guardas de Cuevas y Vera, diciendo que estando en los molinos de Overa, escuchó los tambores moros en el lugar de Zurgena, y que los alzados venían río abajo, habiéndose revelado todos los lugares del río hasta Serón.

    El 20 de junio, Vera envía tres hombres a saber de la situación en Zurgena, pero antes de su vuelta, se presentaron una cristiana vieja y una morisca, declarando que el día anterior, a la puesta de sol, acudió una bandera a levantar la villa, marchándose sus 80 vecinos con sus mujeres e hijos con los sublevados(3), aunque según el vecino de Zurgena, Diego de Morales, los zurgeneros se negaron a levantarse y se defendieron, pero los rebeldes eran muchos, mataron a los más indecisos y se llevaron al resto a Cantoria(4), Pérez de Hita en su romance indica “A Çurgena y Partalova, sin dexarle piedra en nada”(5), quedando a cargo de la alcazaba zurgenera el capitán monfí: Farax Abén Farax(4), transformándola en presidio. A la vuelta de la expedición, esta informó de haber visto en Zurgena una bandera en lo alto del pueblo custodiada por unos moros, y que al verles hicieron ahumadas, a las que respondieron los lugares de Huércal, Overa y Arboleas; más adelante descubrieron una columna de más de seis mil moros que se dirigían a Zurgena. Esto demostraba que la población morisca de Huércal y Overa también se habían levantado y abandonado las villas para unirse a la sublevación(3).

    Una vez consolidadas estas zonas, a principio de julio el rey morisco cambia su estrategia bélica, alcanza un acuerdo con el rey de Fez para recibir socorro y necesita un punto costero donde se estableciera la cabeza de puente para la ayuda. Los estudiados ataques moriscos al altiplano granadino y al alto Almanzora debilitan las fuerzas reales lorquinas encargadas del socorro de los pueblos de frontera. Pero cuando todo estaba dispuesto para la ocupación, los moriscos desisten y se dedican a reforzar sus conquistas del valle; esta tregua sólo era rota por el capitán del presidio de Zurgena, Farax Abén Farax “el Negro” que alteraba con su ataques los campos de Huércal-Overa y la Axarquía(1).

    Tras la tregua de agosto, a comienzos de septiembre los moriscos rebeldes instalan su cuartel general en Sorbas, lo que pone en alerta a los pueblos de la comarca, estos hacen acopios de provisiones temiendo lo peor. Mientras, el alcalde mayor de Lorca: Matías Huerta Sarmiento pone espías en el bajo Almanzora, dando resultado el 17 de septiembre cuando tres moriscos informan de las intenciones del Humeya de tomar Vera. Dos días después, cuatro barcos berberiscos intentan desembarcar en la costa de Vera - Mojácar, sólo lo hacen dos de ellos, pasando los refuerzos a engrosar la tropa del reyecillo en Sorbas. Los mojaqueros supieron por varios apresados que las intenciones del rey morisco eran atacar Vera partiendo de Purchena con la ayuda del alcalde de Lubrín, El Chiqui, nombrado general de los arcabuceros berberiscos.

    Los soldados de Lorca y Vera queriendo desbaratar el inminente avance morisco y destruir a los monfíes de Zurgena, dan muerte a Farax “el Negro” el día 23 de septiembre en la rambla de Guazamara(3) aunque Pérez de Hita reseña que Farax escapó al cerco y marchó a Argel(4y5); y capturan algunos prisioneros en una refriega con la avanzadilla morisca entre Arboleas y Zurgena, dando estos información sobre la marcha de Abén Humeya(1) y su ejército de tres mil tiradores en Sorbas y otros tres mil en Cantoria(3).

(C) Valeriano Sánchez Ramos. El II marqués de los Vélez... 2002

    El día 24, las tropas moriscas pasan por Zurgena, dejan el río y cogen el camino de Palacés por la Cuesta de los Arrieros(4), y “yendo siempre por el rio abaxo, hasta llegar a cerca de Curgena; y dexado el rio tomo la buelta de la atalaya de la Ballabona, y por alli se puso en pocas horas a vista de la Ciudad de Vera”(5). Pero Abén Humeya perdiendo el factor sorpresa se dirigió antes a Cuevas para destruir los jardines que el marqués de los Vélez había hecho construir en honor a su esposa fallecida(4), el llamado “Huerto del Marqués”(6), en venganza por el ataque de este a Válor, su pueblo natal. No atacó el castillo, pero si se llevó a los moriscos(4); aunque varios historiadores(1,5y6) no nombran este primer ataque a Cuevas, parece viable debido a la posterior historia del capitán Pedro Jordán.

    Siendo las 8 de la mañana del 25 de septiembre, Abén Humeya se sitúa a las puertas de Vera, una vez rezado a Allah, puso su campo sobre Vera la vieja y atacó Vera la nueva con arcabucería. El alcalde mayor de Vera, Agustín Méndez Pardo sacó sus tropas para distraer al enemigo y poder enviar correos a Lorca, una vez realizada la operación se atrincheraron en la ciudad. La resistencia veratense forzó a los moriscos a desplazarse a los arrabales disponiendo el cerco con dos piezas de artillería. El asedio fue un desastre ya que una de ellas reventó y la otra fue inutilizada por la muerte de su artillero(1).

(c) José Ramón París
https://www.diariodealmeria.es/provincia/vera/Aben-Humeya-vuelve-Vera-despues_0_1409259652.html José Ramón París

    El sistema de almenaras alertó a Lorca del asedio morisco y fue confirmado por la llegada de los emisarios veratenses(1). Mientras los de Lorca se preparaban para salir, el capitán cuevano Pedro Jordán de Tortosa, que se había refugiado en el castillo, salió con unos cincuenta hombres (90 soldados, según otras fuentes)(7) a molestar por la espalda a los sitiadores, cerca de Vera hicieron algunos disparos, dando la voz de “Lorca” “Lorca”, entre los sitiadores cundió el terror y huyeron precipitados. Pronto conocieron su error y volvieron contra ellos; el capitán Jordán fue herido en el muslo por el disparo de una bala de arcabuz, retirándose los cuevanos de nuevo a refugiarse a su castillo(4). Esta escaramuza dio tiempo a que se prepararan las milicias de socorro lorquinas al mando del regidor Juan Leones de Guevara, y llegaran a Vera al amanecer del día 26 con mil hombres a pie y cien a caballo.

    Cuando los primeros lorquinos entraban en Vera, las tropas de Abén Humeya picaban la muralla de la ciudad, avisado de la llegada de las tropas lorquinas, el rey morisco levantó el cerco y se dirigió a Cuevas, lugar también óptimo para sus pretensiones. Los moriscos comienzan a cercar el castillo y talan los campos del municipio. Enterado Abén Humeya de la llegada lorquina, ordenó de inmediato levantar el cerco al castillo y partir hacia Purchena “e llevó consigo todos los moriscos que estavan en la villa de Quevas, vecinos de la propia villa, e de otros pueblos que allí se avian allegado”. El socorro murciano sabiendo de la retirada, decidió perseguirles, y dividió a su ejército en dos al llegar al Almanzora, uno iría hacia Vera cruzando este y otro hacia Cuevas siguiendo su margen; La huida morisca fue interceptada por los murcianos cerca de Cuevas en la zona de los molinos “y se retiraron la vuelta del río Almançora, yendo tras ellos y en su seguimiento hasta los molinos de la dicha villa”, desarrollándose una pequeña escaramuza; los lorquinos temiendo una emboscada, desistieron de continuar la persecución dado su escaso número de soldados en comparación con los moriscos(1), y estos a su vez apresuraron su marcha temiendo a la caballería de Lorca en las llanuras de la Ballabona(8). Mientras en Cuevas se desarrollaba el saqueo de las viviendas que los moriscos habían abandonado(1)...

        Torre del homenaje del castillo de Cuevas donde se ven los impactos de la arcabucería morisca 
(C) Blain (6)

    El día 25 de septiembre, día de San Cleofás, el concejo de Vera declaró al santo patrón de la ciudad y desde entonces se celebran en este día fiestas patronales en su honor(8). Además el concejo y el cabildo de Vera se mostraron agradecidos a la villa de Cuevas, y enviaron comisarios, maceros e hidalgos a la ciudad del marqués a dar las gracias a su concejo y visitar a Pedro Jordán que se hallaba postrado en la cama; incluyendo la entrega de la escritura de las tierras(9) y casa que el Concejo tenía en las Peñas de Palacés. El capitán de la fortaleza de Cuevas, Pedro Jordán de Tortosa muere a los siete días a consecuencia de la herida recibida en el muslo durante la escaramuza contra los moriscos en Vera.

    La suerte de las Peñas de Palacés tenía restos de una villa romana(4y10), cuyos cimientos se conservaban en el cerro de la Torrecica, paraje de la Noria. Estos restos fueron destruidos por un desaprensivo “constructor” llevado por la fiebre constructiva a comienzos de siglo, con la complicidad de los gobernantes locales y provinciales del momento, incluida la Delegación de Cultura(11). La viuda del capitán, doña Miguelina solicitó permiso para trasladar los bloques de mármol labrado a su nueva casa de Oria... 

De esta entrega derivan las posesiones que personas de la comarca han tenido desde esta época en nuestra barriada: Los Herrero, los Blesa, etc. pero esto será tema de otra historia...

BIBLIOGRAFÍA

(1) El II marqués de los Vélez y la guerra contra los moriscos 1568-1571. Valeriano Sánchez Ramos. Revista Velezana, Centro Virgitano de Estudios Históricos. Almería 2002. Pág. 140--145.
(2) La guerra de los moriscos en la provincia de Almería 1568-1570. Valeriano Sánchez Ramos. Instituto de Estudios Almerienses. Colección Historia nº 76. Diputación de Almería. Almería 2020. Pág. 195--200 – 203—210.
(3) LA TORRECICA DE PALACÉS. Es la gran olvidada y quizás la más importante de la zona media de la ribera del Almanzora. Sin ella es imposible el contacto visual entre la alcazaba de Zurgena y la torre de la Ballabona. Grave error de los historiadores locales, provinciales y nacionales al dejarse llevar por el copia y pega. Desde la Torrecica es posible ver las ahumadas de Arboleas, Zurgena, Almajalejo, Overa y la Ballabona.
(4) Huércal y Overa un espacio en disputa (S. XVI). Alfonso González Sánchez. Arráez Editores. Ayuntamiento de Huércal-Overa. Huércal-Overa 2020. Pág. 272-273, 277-278
(5) Historia de Zurgena. A la historia desde tu historia. José García Gallego, Josefina Varela Tudela y Pedro Segura Cano. Arráez Editores. Colección investigación, 2. Almería 1994. Pág. 98, 102, 104—108.
(6) Guerras civiles de Granada.  Ginés Pérez de Hita. II parte, Capítulo XIII. Barcelona 1619. Pág. 97, 117, 125.
(7) El castillo de Cuevas. Miguel Flores González-Grano de Oro. Almería, Revista Gráfica de Turismo. Septiembre 1920. Pág. 15—17.
(8) Antigüedades y blasones de la ciudad de Lorca, y historia de Santa María la real de las huertas. Pedro Morote Pérez. Francisco Joseph López Mesnier. Murcia 1741. Pág. 405.
(9) Cerco de Vera por las fuerzas moras de Aben-Humeya años de 1.159. Trasmisión de la Cultura Popular en Vera (Almería). Área de Cultura del Ayuntamiento de Vera. Vera 1988. Pág. 17—20.
(10) Historia de la villa de Huércal-Overa y su comarca. Tomo I. Enrique García Asensio. Murcia 1908-1909. Ayuntamiento de Huércal-Overa, Centro de Estudios Huercalenses. 2004. Pág. 450-451.
(11) RESTOS ROMANOS DE LA TORRECICA: LA INCULTURA DE LA ESPECULACIÓN URBANÍSTICA. Estudio en preparación por Palacés Histórico.

                                          (C) Andrés Sánchez Domínguez 2021

lunes, 26 de julio de 2021

LA BATALLA DE PALACÉS: 12 DE NOVIEMBRE DE 1569

    El 20 de octubre de 1569 Abén Humeya (Fernando de Córdoba y Válor), proclamado rey de los moriscos sublevados en las Alpujarras el 27 de diciembre de 1568, es asesinado en Laujar de Andarax por su primo Diego López, acompañado de Diego Alguacil y capitanes turcos llegados de Argel(1). La subida al trono del segundo rey morisco con el nombre de Abdalá Abén Abóo (Diego López Abenabo) supuso el recrudecimiento de las estrategias ofensivas en el valle del Almanzora. A finales de octubre el alguacil general del Almanzora, Jerónimo el Maleh, es ratificado en el cargo por Abén Abóo(2) y se dispone a atacar la fortaleza de Oria, con la pretensión de dislocar el señorío de los Vélez(3).

    El segundo marqués de los Vélez, D. Luis Fajardo de la Cueva, avisado del intento de asedio de su posesión en el Almanzora por las tropas moriscas, había dispuesto el refuerzo de Oria(4), pero el 1 de noviembre cuando las fuerzas del marqués pretendían sacar a la “gente inutil, retirandola a los Vélez... ya el Capitan Malech, con dos mil moros escogidos les habia tomado la retirada”(5) los moriscos se apostaron tendiéndoles una emboscada en las Bocas de Oria(6), la operación fue descubierta por el beneficiado Martín de Falces que avisó a los capitanes del marqués para que no partiesen(7). El día 2 de noviembre el capitán de la fortaleza de Oria, Valentín de Quirós, envía una carta a Vélez Blanco indicando la imposibilidad de evacuación, y la necesidad de pedir socorro a Lorca, esto mismo hizo el alcalde mayor del castillo, Juan de Haro, nada más recibir la misiva, solicitar la ayuda del concejo(8). Después de varios contratiempos, Lorca envía el día 6(5) una tropa de 700 infantes y 70 caballos a proteger la capital del señorío, llegando a Vélez Rubio al día siguiente, mientras, se endurecía el cerco de el Maleh sobre Oria. El ejército murciano se detuvo en la capital para reforzarse, partiendo hacia Oria el día 10 de noviembre(3) al mando del alcalde mayor de Lorca, Matías Huerta Sarmiento(8). Viendo el Maleh los refuerzos llegados, levantó el campo y se dirigió a Cantoria(5), siendo tomada pacíficamente Oria por las tropas murcianas al día siguiente(8).


Rebelión de las Alpujarras 
(C) Jordi Bru

       “Habiendo los de Lorca socorrido la fortaleza de Oria, y sacado la gente inutil que alli habia, quisieran mucho ir luego sobre la villa de Galera... y juntandose los capitanes á consejo... y siendo avisados, que en la villa de Cantoria había muchas mugeres, ropa y ganados, y que tenian los moros una casa de municion, donde hacian polvora, acordaron de ir sobre ella”(7). El día 12 de noviembre se inició la lucha en la fortaleza del río Almanzora, el avance de los murcianos permitió tomar la primera puerta y ocupar una roca desde donde se dominaba la fortaleza, sin embargo la resistencia morisca era muy notable, Huerta Sarmiento determinó retirarse de la localidad, no sin antes lanzar un último asalto para destruir el polvorín rebelde(8) y tomar a “los moros dos mil y setecientas cabezas de ganado menudo, y trescientas vacas, y se retiraron. Y enviando delante á Martin de Molina con treinta caballos y trescientos peones, que se alargase con la cabalgada, y procurase llegar aquella noche al lugar de Guercal de Lorca”(7). Los murcianos temiendo que los avisos de Cantoria llegaran al estado mayor rebelde de Purchena iniciaron su retirada como retaguardia de Martín de Molina(8) y así fue, llegaron cuadrillas de Serón, Purchena, Albanchez, Líjar, Cóbdar, Benitagla y Tabernas(9) alertados por las ahumadas. El alcalde mayor de Lorca sabiendo que los rebeldes caerían pronto sobre la retaguardia, detuvo su tropa cerca de la villa de Arboleas para dar tiempo a Martín de Molina a llegar a Zurgena. Los espías murcianos descubrieron que cuatro banderas moras caminaban apresuradas a tomar las huertas de Arboleas y un estrecho por donde pasarían los lorquinos, pero al ver que estos se habían detenido, “juzgaron los enemigos, queriamos alli darle batalla, y dexando el camino, tomaron una cuesta, por encima de una venta, que llamavan de Benarromana, desde cuyo sitio empezaron a alcabucear a nuestra retaguardia”(5). No se respondió al hostigamiento insurrecto en la venta, sino que “En este lugar quisieran los de Lorca dar Santiago en los enemigos; mas el alcalde mayor no lo consintió, diciendo que pasasen adelante, que él les daria orden para ello en hallando dispusicion de sitio, donde los caballos se pudiesen revolver”(7) Después de pasar la venta y un lodazal grande que se formaba junto a ella, avanzaron como una media legua más allá, y cerca del sitio, que dicen el Corral, se pusieron en orden de batalla(7 y 10).

(C) Valeriano Sánchez Ramos. El II marqués de los Vélez... 2002

    El regidor lorquino Diego Matheo de Guevara dispuso una emboscada a un lado del camino con un cuerpo de caballos y de infantería(5), llegando los enemigos hechos una grande ala, enviando a tres turcos a caballo y cinco moros a pie a espiar, los moros descubriendo la emboscada de Diego Matheo, creyeron que era poca gente, acometiendo con grandes alaridos y disparando sus escopetas y ballestas hacia la hueste murciana(7). La celada cristiana dio resultado, los cuatrocientos alcabuceros y sesenta de a caballo dejaron que los moros hicieran la primera carga y saliendo a la emboscada(8), primero la caballería y más tarde la infantería(5), los alcabuceros apenas pudieron hacer una carga, “pusieron luego mano á espadas y lanzas, y fue tal el destrozo, que nuestros cavallos, y infantes hicieron en la abanguardia, que penetraron hiriendo, u matando hasta el cuerpo de batalla de los moros”(5). Los murcianos persiguieron a los moriscos por unas ramblas hasta que oscureció, saldándose la batalla con gran cantidad de moriscos muertos y heridos, del lado cristiano, el número de muertos y heridos fue mínimo(8), dice Mármol y Carvajal, que en el campo de batalla quedaron muertos moriscos “quatrocientos y cinquenta, aviendo muertos muchos oficiales, y entre estos, los cinco alferezes, a quienes fueron quitadas sus vanderas, y venia con ellas un hijo del Maleh... Murieron de nuestra parte... dos soldados y huvo treinta y siete heridos, con cinco escuderos y catorce cavallos muertos”(5). Las cantidades no deben ser reales dada la diferencia enorme de víctimas entre uno y otro bando, pero respetemos al autor contemporáneo de la época.

    Es reseñable la descripción que Luis de Mármol hace también de la pelea de un moro que llevaba una de las banderas: “Peleo este dia un Moro, que llevaba la una de estas banderas, admirablemente: el qual estando pasado de dos lanzas, y teniendole atravesado con la lanza el alferez de la caballeria, con la una mano asida de la lanza del enemigo, y la otra puesta en la bandera estuvo gran rato lidiando, hasta que el alcalde mayor mandó á un escudero que le atropellase con el caballo; y caido en el suelo, jamas pudieron sacarle de las manos la bandera, mientras tuvo el alma en el cuerpo”(7). La bandera de Cantoria(11) no está entre las citadas por Mármol en el combate del Corral, pero es indudable que participó, fue capturada y conservada como reliquia por los lorquinos durante siglos; es posible que la bandera que tanto defendió el morisco fuese la principal de Cantoria que se guarda en la alcaldía de Lorca(12).

Bandera de Cantoria
(C) José A. Tapia Garrido. Roel, 1985

    Tras la acción del Corral de Zurgena, las tropas se volvieron con gran victoria hasta pernoctar esa noche en Huércal-Overa, y al día siguiente pasaron a Lorca(8), donde el cabildo de regidores voto celebrar cada año la fiesta del señor San Millan, por haber sido en el día de su festividad(7).

    Hay discrepancias sobre el lugar exacto de la batalla del Corral, parte de los autores la sitúan en las inmediaciones de Arboleas y otros en las de Zurgena:

  • Luis de Mármol dice: “Y habiendo pasado la Venta (Bena Romana), y atravesado el rio y un lodazar grande que se hacia par de ella, llegando con media legua adelante cerca de donde dicen el Corral” en la página 201 de su “Historia del rebelión y castigo...”

  • Pedro Morote Pérez señala que: “Diciendo ser mas acomodado para el sitio de la Batalla, algo mas adelante, el terreno, que llamavan el Corral; por lo que passo la Venta, y Rio nuestro campo, hasta el referido sitio” en la página 410 de su “Antiguedad y blasones de la Ciudad de Lorca...”

  • Valeriano Sánchez Ramos en su obra “El II marqués de los Vélez...” nos indica en la página 179: “En la tarde ofrecen batalla en el Corral de Zurgena”, y en la 216: “Corral, El (entre Arboleas y Zurgena)”.

  • Salvador Fontenla Ballesta en “La bandera de Cantoria de 1569” página 161 nos indica: “ante la amenaza de la llegada de refuerzos moriscos los de Lorca iniciaron un repliegue hasta el lugar denominado Llanos o Corral de Arboleas (sin identificar), donde sus jinetes...”

  • Los autores de “Oria, medio natural, historia...” señalan en la pagina 112: “Huerta Sarmiento da batalla a sus perseguidores moriscos en la venta de Benamocarra (Arboleas). En la tarde ofrecen batalla en El Corral de Zurgena...”

  • Fontenla Ballesta en su publicación “Estudios sobre la toponimia en las tierras...” páginas 123 y 124 observa: “Identificación del lugar de la Batalla del Corral de Arboleas... la descripción del campo de batalla coincide sensiblemente con el paisaje de las inmediaciones de Palacés”

  • Los autores de “Cantoria, corazón del valle...” usan ambos términos: Página 52: “En la tarde ofrecen batalla en el Corral de Zurgena” y 53: “cabe citar la llamada batalla del Corral de Arboleas” , y “Bandera morisca que los tercios de Lorca cogieron como botín en el Corral de Arboleas”

    De estas publicaciones podemos concluir que “EL CORRAL”, si como dicen las crónicas antiguas se encontraba a media legua de la venta “Bena Romana” o “Benamocarra” situada en Arboleas, y sabiendo que una legua según el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española en el antiguo sistema español equivale a 5572,7 m. o camino que regularmente se anda en una hora, o siendo legua de posta equivale a 4 km.; media legua debe ser aproximadamente 2,8 Km. o 2 Km. según el tipo de legua.

    Si estas mismas crónicas hablan que los moriscos pasaron las huertas de Arboleas y subieron la cuesta de la venta de Bena Romana, se encontraban en las proximidades de Zurgena y por tanto, si andamos los dos kilómetros y pico de la media legua nos encontramos en las llanuras del Llano de las Eras en las proximidades de Palacés, llano amplio donde los caballos se pudiesen revolver.


Llano de las Eras. Palacés (Zurgena)
(C) Google Earth

BIBLIOGRAFÍA

(1) Biografía de Fernando de Córdoba y Válor.
https://dbe.rah.es/biografias/4557/fernando-de-cordoba-y-valor. Real Academia de la Historia.
(2) La repoblación de Olula del Río (Almería) en el siglo XVI. José Domingo Lentisco Puche. Instituto de Estudios Almerienses, Ayto. De Olula del Río. Almería 1991. Pág. 92.
(3) La rebelión de los moriscos en tierras almerienses. Carlos Villoria Prieto y Valeriano Sánchez Ramos. Instituto de Estudios Almerienses. Colección Historia nº 71. Diputación de Almería. Almería 2020. Pág. 75-79.
(4) La guerra de los moriscos en la provincia de Almería 1568-1570. Valeriano Sánchez Ramos. Instituto de Estudios Almerienses. Colección Historia nº 76. Diputación de Almería. Almería 2020. Pág. 175.
(5) Antigüedades y blasones de la ciudad de Lorca, y historia de Santa María la Real de las Huertas. Pedro Morote Pérez. Francisco Joseph López Mesnier. Murcia 1741. Pág. 408-409-410-411.
(6) Oria. Medio natural, historia y patrimonio cultural. Juan Francisco Carricondo Sánchez, Juan Miguel Mora Sánchez, José Reche García y Bartolomé Vidal Sánchez Martínez. Instituto de Estudios Almerienses. Pueblos de Almería. Almería 2010. Pág. 112.
(7) Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reyno de Granada. Luis de Mármol y Carvajal. Sancha. Madrid 1797. Pág. 196-199-200-201-202-203.
(8) El II marqués de los Vélez y la guerra contra los moriscos 1568-1571. Valeriano Sánchez Ramos. Revista Velezana, Centro Virgitano de Estudios Históricos. Almería 2002. Pág. 165-173-176-177-178-180.
(9) Cantoria. Corazón del valle del Almanzora. Andrés Carrillo miras, Pedro Lozano Blesa, Miguel Ángel Alonso Mellado, y otros. Instituto de Estudios Almerienses. Pueblos de Almería. Almería 2005. Pág. 55.
(10) Estudios sobre toponimia en las tierras de Almería medieval. Salvador fontenla Ballesta. Área de Cultura del Ayto. De Huércal-Overa. Huércal-Overa 2014. Pág. 123-124.
(11) Rebelión de los moriscos del Almanzora. José Ángel Tapia Garrido. Roel nº 6. Albox 1985. Pág. 35-55.
(12) La bandera de Cantoria de 1569. Salvador Fontenla Ballesta. Alberca: Revista de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca, nº 1. Lorca 2002. Pág. 161-162.

                                  (C) ANDRÉS SÁNCHEZ DOMÍNGUEZ 2021