Palacés, La histórica barriada de Zurgena, celebró el sábado 25 de febrero el carnaval 2017 en sus dos formas de expresión más tradicionales: osos y peloteros, junto a los típicos disfraces individuales.
Por encima del resto, sugestivos y sorprendentes resultan los peloteros, una expresión carnavalesca peculiar y diferenciadora respecto a todo el entorno geográfico, desde el plano comarcal al regional. Y sin embargo, pervive prácticamente desconocida fuera del ámbito de Palacés y Overa (donde comparte denominación), las dos localidades donde se conservan desde tiempo inmemorial y como vestigio lejano de diversas celebraciones festivas paganas relacionadas con rituales propiciatorios de la fertilidad (acaso las lupercales romanas); tal como recogió Ginés Bonillo en Al-Mansura, 2007.
Pero su ascendencia cercana debe de buscarse incontestablemente en algunas de las manifestaciones más septentrionales del carnaval ibérico, propias de la cornisa cantábrica-pirenaica, desde donde debieron de viajar hasta este rincón restringido de Almería, en el valle medio del Almanzora. Tal limitación en lo referente a su ámbito geográfico está originando que éste empiece a ser conocido como «zona de los peloteros».
Por todo ello, la Asociación Cultural «Palacés, legado milenario» (acPmil) tiene solicitado ante la Consejería de Cultura de la Junta la inclusión de estos peloteros de Palacés como bien del Patrimonio Inmaterial de Andalucía.
El sábado de carnaval, como manda la tradición, un puñado de peloteros de Palacés, tras congregarse a mediodía, comer y beber sustancialmente, vestidos — o, más bien, desnudados — con sus carachas, sayas, ruidosos cencerros al cinto y palos en ristre, corrieron por las calles de la barriada, asustando a unos y divirtiendo a otros, rememorando de lejos a los lupercos romanos, simulando una imagen de ferocidad sin la ferocidad de antaño, en busca de unas y de otros, prodigando a discreción abrazos y tiznajos, algunos besos... sin discriminar si eran padres o hermanas, vecinas o primos, novias o niños.
A la algarabía general, basada en el estruendo de los cencerros, se añadió el arrastre de pitones, la ingesta de vino (parte por la boca y parte por la cabeza)... coronándose la carrera con las muchachas tras las rejas cantando la tradicional <Pelotero, carabinero... !> y el <Pelotero, que no me pillas!>.
Paseando el pitón (C) Andrés Sánchez Domínguez |
Tampoco faltó, en la moderna versión de los peloteros, la anual «reverencia a Limera» (Limaria) desde el cerro de La Torrecica, un ritual que evoca los vínculos neolíticos de estas viejas peñas de Palacés con el Dios de la Naturaleza, rindiéndole culto a través de la imponente mole que se recorta allá a lo lejos, casi en lontananza, convirtiendo en minúsculo lo inmediato.
A la carrera de este 2017 no solo se sumaron un par de docenas de disfrazados, de entre cuatro y sesenta y tres años (algunos desplazados desde Almería, Granada y Melilla), la mayor participación en peloteros de los últimos tiempos; sino que se ha vivido la novedad espontanea de ver vestidos por la calle a niños recién nacidos, de un año e incluso meses, por lo que la cantera esta asegurada.
Además, este año ha supuesto el despertar de los osos tras un interregno de larga hibernación. Una muestra clara de como se van afianzando las manifestaciones más ancestrales del carnaval de Palacés; cuyo auge, por otra parte, se ve acompañado de diversos estudios e investigaciones que pretenden rescatarlo tanto del olvido de los últimos años como del aislamiento en que ha perdurado durante siglos.
(C) ANDRÉS SÁNCHEZ BONILLO 2017
Publicado en la Revista del Levante Almeriense AXARQUÍA. Año XXII, Nº 17, Verano 2017. Páginas 188 y 189.
No hay comentarios:
Publicar un comentario